El panorama económico para España dibuja una trayectoria preocupante. Si bien alguna vez mirábamos a Portugal y Polonia como destinos económicos accesibles, ahora, en un giro inesperado, nos encontramos superados por estos países en términos de poder adquisitivo y expectativas de PIB per cápita. Las recientes cifras de la OCDE son un claro indicativo de que España ya no solo está perdiendo su posición en la escala europea, sino que está siendo relegada en el contexto global.
Con una caída del 5% en poder adquisitivo desde 2019, España no solo enfrenta una crisis momentánea; es una señal de una disminución sostenida que afecta el nivel de vida de sus ciudadanos. Mientras tanto, Hungría, bajo el liderazgo de Orbán, se erige como un modelo a seguir con un crecimiento continuo en este aspecto. El contraste no podría ser más pronunciado: el modelo español del régimen del 78 está conduciendo a una progresiva erosión del poder adquisitivo y, con ello, una empobrecimiento relativo de su población.
La proyección a largo plazo no ofrece consuelo alguno. Con la previsión de que hasta 11 países superarán a España en PIB per cápita en las próximas décadas, se nos presenta un escenario donde el crecimiento de la productividad se vislumbra débil y las posibilidades de convergencia con las economías de la zona euro y Estados Unidos parecen lejanas. Esta estancación del PIB per cápita es particularmente alarmante para una economía que aún no ha alcanzado el nivel de madurez de sus vecinos más ricos y que, por lo tanto, debería tener un mayor margen para crecer.
La OCDE resalta dos grandes desafíos que España debe afrontar: una productividad que apenas ha crecido en los últimos años y un panorama demográfico desalentador que prevé una disminución de la población en edad de trabajar. Estos «motores gripados» de la economía auguran un largo periodo de mediocridad económica, a menos que ocurra un cambio drástico en la gestión de los recursos del país y en su estructura demográfica.
Además, España debe lidiar con una deuda pública que supera el 110% del PIB y un déficit estructural significativo, lo que limita aún más su capacidad para estimular el crecimiento a través del gasto público. La necesidad de un enfoque renovado y de políticas económicas audaces es más urgente que nunca si España quiere evitar un declive económico a largo plazo y recuperar el terreno perdido con sus vecinos europeos y otros países emergentes. Lo que es evidente es que si todo sigue igual, con la alternancia de PPSOE, nada va a cambiar. Hoy más que nunca queda claro que #SoloQuedaVOX.
Estos datos no son solo números fríos en un informe; son la realidad tangible de millones de españoles que ven cómo su capacidad de compra y su calidad de vida están siendo socavadas. El cambio es imprescindible y debe ser inminente. España se encuentra en una encrucijada económica y el camino que elija ahora determinará su futuro en el escenario mundial.
