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viernes, 10 enero, 2025
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La desinformación que asesina la verdad

La prensa en España está enferma. Y no, no es una simple dolencia pasajera; hablamos de una enfermedad crónica que se ha instalado en las redacciones y en los despachos de los grandes medios de comunicación, transformando a los periodistas en meros operadores de intereses ajenos a la verdad. El último caso de esta desinformación flagrante lo hemos visto con el asesinato del pequeño Mateo, un niño de 11 años, apuñalado brutalmente en Mocejón, Toledo. Los medios han optado por una narrativa cobarde, manipuladora y cómplice, en la que no se menciona la palabra clave: asesinato.

Revisemos los titulares: «Muere un niño de 10 años apuñalado por un encapuchado en un campo de fútbol de Mocejón» (20minutos); «Muere un niño de 10 años al ser apuñalado por un encapuchado en el campo de fútbol de Mocejón» (El Español); «Muere un niño de 10 años tras ser apuñalado por un hombre en Mocejón» (Cadena SER); «Muere un niño de 10 años apuñalado por un encapuchado en un campo de fútbol de Mocejón» (El Mundo). Cuatro titulares de medios importantes que parecen sacados del mismo manual de estilo, uno que ordena suavizar la realidad hasta el punto de la distorsión total. Ninguno de estos medios se atreve a usar la palabra que describe lo ocurrido con exactitud: asesinato. Porque sí, Mateo fue asesinado, no simplemente «murió» por el ataque de un cuchillo que, al parecer, según estos medios, actuó por sí mismo.

Este caso no es un hecho aislado. Es un síntoma más de un problema profundo y estructural que tiene a España en la cuerda floja. Los medios de comunicación, que deberían ser los guardianes de la verdad y el contrapeso al poder, se han convertido en panfletos serviles, dispuestos a seguir el guion que les imponen sus amos: los partidos políticos en el poder, especialmente el PSOE y el PP. Estos partidos, que mantienen a los medios bajo su yugo gracias a la publicidad institucional, han logrado lo que parecía imposible: convertir a la prensa española en una máquina de propaganda que esconde la realidad al pueblo español.

¿Qué fue de la prensa libre? ¿Qué fue del periodismo de investigación, de los reporteros que se jugaban la piel para destapar la verdad? Hoy en día, esos valores parecen haberse desvanecido. En su lugar, tenemos a un ejército de periodistas que actúan como meros transmisores de la narrativa oficial, sin cuestionar, sin investigar, y sobre todo, sin incomodar a los poderosos. Esto no es casualidad; es el resultado de un sistema corrupto en el que los medios de comunicación han dejado de servir a los ciudadanos para servir a los intereses económicos y políticos que los financian.

La pregunta que debemos hacernos es: ¿por qué estos medios deciden ocultar la verdad? ¿Por qué no son capaces de llamar a las cosas por su nombre? La respuesta es simple: porque tienen miedo. Miedo de perder los jugosos contratos de publicidad institucional que mantienen a flote a sus empresas. Miedo de que el gobierno les retire el acceso a las fuentes oficiales. Miedo de que se les cierren las puertas de las instituciones y, con ellas, las oportunidades de seguir obteniendo beneficios a costa de la credibilidad que les queda.

Esta situación es terriblemente peligrosa para nuestra democracia. Un país en el que los medios de comunicación no cumplen con su deber de informar verazmente a los ciudadanos es un país en el que la democracia está en peligro. Cuando la prensa se convierte en cómplice de los poderes que debería fiscalizar, el pueblo queda desamparado, sin una fuente fiable de información que le permita tomar decisiones informadas.

El asesinato de Mateo es solo un ejemplo más de esta desinformación. Pero hay muchos otros casos en los que los medios han optado por esconder la realidad, distorsionar los hechos o, simplemente, no informar de ellos. ¿Cuántos titulares hemos leído que minimizan la violencia en nuestras calles, que evitan mencionar la nacionalidad de los agresores cuando no conviene a la narrativa oficial, o que directamente ignoran los casos que podrían poner en entredicho las políticas del gobierno? La lista es interminable.

Los medios de comunicación, en lugar de ser el cuarto poder, se han convertido en una extensión del gobierno, en una herramienta de control social que mantiene al pueblo dormido, anestesiado, incapaz de reaccionar ante la realidad que se desmorona a su alrededor. Y mientras tanto, los verdaderos problemas de España –la inseguridad, la inmigración descontrolada, la corrupción– siguen creciendo, ocultos bajo una capa de titulares manipulados y noticias sesgadas.

Es hora de que los españoles despierten. Es hora de exigir una prensa libre, independiente, que vuelva a poner la verdad por encima de los intereses económicos y políticos. No podemos seguir permitiendo que los medios de comunicación nos engañen, que nos oculten la realidad mientras el país se hunde en la violencia y la inseguridad. Porque si no hay una prensa que informe de lo que realmente ocurre, si no hay medios que se atrevan a llamar asesinato al asesinato, entonces nuestra democracia está condenada.

España necesita una prensa valiente, que se atreva a desafiar al poder, que recupere su papel de defensora de la verdad. Porque solo con información veraz, solo con una prensa libre, podremos enfrentarnos a los problemas que nos acechan y construir un futuro mejor para nuestros hijos.

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