En España, la política local está cada día más podrida, y Mutxamel no es la excepción. El Grupo Municipal de VOX ha decidido plantar cara al alcalde del Partido Popular, Rafael García Berenguer, al que acusan de asfaltar con dinero público un camino que, casualmente, lleva directamente a una propiedad familiar. Esto no es más que un claro ejemplo de cómo algunos políticos, creyéndose dueños y señores del municipio, abusan de su posición para favorecer sus propios intereses. ¿La respuesta del alcalde ante estas acusaciones? Una mezcla de chulería, prepotencia y un “me da igual” que solo confirma el desprecio hacia los vecinos de Mutxamel y el escaso respeto por el dinero público.
La situación se torna aún más grave cuando el portavoz de VOX, Miguel Da Silva, relata un incidente que bien podría formar parte de una película de mafiosos de serie B. Durante la festividad de El Salvador, el concejal de VOX, Francisco Martínez, fue víctima de un intento de intimidación por parte de un grupo de personas que, al reconocerle, no dudaron en increparle con violencia. ¿Y quiénes formaban parte de este grupo? Ni más ni menos que dos familiares directos del alcalde de Mutxamel. Es decir, la familia García Berenguer parece actuar como una auténtica mafia local, amparada en la impunidad que les otorga el poder del despacho de su jefe, Rafael García.
Ante este escenario, uno pensaría que el alcalde, como representante del pueblo, intentaría mediar, calmar los ánimos y poner fin a la tensión. Pero no, la actitud del alcalde fue la de un cacique de pueblo, con modales que harían sonrojar al mismísimo Don Corleone. Según Da Silva, la reunión con el alcalde fue un auténtico despropósito: al plantearle la presencia de sus familiares en el grupo que increpó al concejal de VOX, la respuesta del alcalde fue un lacónico y soberbio “¿Y qué?”. No contento con esto, el alcalde no dudó en alentar aún más la situación, añadiendo un “Si queréis, me denunciáis”, mientras los echaba de su despacho.
Esta actitud arrogante y despectiva solo deja claro que García Berenguer se siente intocable, por encima de cualquier crítica o reproche. Pero VOX no ha dejado pasar esta oportunidad de oro para defender la integridad de sus concejales y, lo más importante, para denunciar la corrupción rampante en el Ayuntamiento de Mutxamel. Miguel Da Silva lo tiene claro: “El alcalde ha dejado a sus familiares a los pies de los caballos, no dejando otra salida a los concejales de VOX que denunciar ante la Guardia Civil y los Tribunales de justicia los hechos gravísimos antes descritos, para protegernos ante posibles ataques como el sufrido por el Edil de VOX”.
La denuncia no solo busca justicia por la agresión verbal sufrida por el concejal Martínez, sino también exponer la falta de ética del alcalde, quien, en lugar de velar por el bienestar de todos los vecinos de Mutxamel, se dedica a asfaltar caminos que solo benefician a su familia, mientras ignora las demandas de mejora de viales que, según Da Silva, VOX lleva años reclamando para mejorar la calidad de vida de todos los vecinos.
La situación es lamentable y muestra una vez más la descomposición de la política local en España, donde el abuso de poder y la corrupción campan a sus anchas. Desde VOX Mutxamel lo tienen claro: no permitirán que se les amedrente o calle, y seguirán denunciando todas las irregularidades cometidas por el equipo de gobierno del Ayuntamiento. En una España donde la clase política parece estar más interesada en sus propios intereses que en servir a los ciudadanos, la lucha de VOX por sacar a la luz estas vergüenzas es más necesaria que nunca. Rafael García Berenguer debería recordar que no está por encima del bien y del mal, y que, tarde o temprano, las consecuencias de sus acciones acabarán alcanzándole. Mientras tanto, los vecinos de Mutxamel siguen esperando que se asfalten los caminos que realmente importan.