¡Increíble pero cierto, España! La muerte del querido humorista Paco Arévalo ha desatado una ola de indignación, no por su fallecimiento, sino por los despreciables comentarios de Toño Abad, coordinador LGTBI de UGT. Las redes sociales se han encendido, y con razón, ante las inaceptables palabras de Abad: «nadie echará de menos sus chistes». ¿Cómo es posible que alguien pueda ser tan insensible?
Paco Arévalo, un artista en toda regla, nos ha dejado un legado de risas y buen humor. Criado en Catarroja, Valencia, Arévalo comenzó su carrera en los años 70 como torero cómico y luego se convirtió en un pilar del humor español, conocido por sus chistes y actuaciones en el popular programa «Un, dos, tres… responda otra vez». Su fallecimiento es una gran pérdida para la cultura española.
Pero lo que realmente nos debe preocupar es la actitud de ciertos sectores de la izquierda, personificada en figuras como Toño Abad. Se han convertido en jueces y censores de lo que se puede o no se puede decir, olvidando que España era un país de libertad de expresión. El humor de Arévalo, que reflejaba un estilo de vida y una época, ahora es atacado por estos nuevos inquisidores de la corrección política.
Estamos presenciando un ataque frontal a nuestra cultura y nuestras libertades. Esos mismos que se llenan la boca hablando de tolerancia y diversidad son quienes no dudan en despreciar a quien no se alinea con su pensamiento. El caso de Toño Abad no es más que un ejemplo de esta doble moral. Se permiten festejar la muerte de alguien que no les agrada y promover la censura y el acoso contra quienes discrepan de sus ideas.
La izquierda dictatorial en España ha llevado su cruzada contra la cultura y el humor a un nuevo nivel, imponiendo su ideología WOKE y aplastando cualquier expresión que no encaje en su molde estrecho y rígido. Han convertido la censura y la represión en herramientas para remodelar la sociedad, atacando a quienes osan desviarse de su doctrina. Esto se ha agravado por la inacción del Partido Popular, que ha fallado en defender los valores y libertades que nos definen como nación. Han rendido todas las batallas culturales, pero no por derrota, sino por incomparecencia que es mucho peor y más flagrante si cabe. Lo más preocupante es que este tipo de actitudes están siendo respaldadas por el gobierno y por los medios de comunicación, que hacen la vista gorda ante estos ataques a la libertad de expresión. La cultura española, rica en diversidad y humor, está siendo sistemáticamente desmantelada para satisfacer a unas minorías vocales que, con el apoyo del gobierno, se han arrogado el derecho de decidir lo que es aceptable y lo que no, todo ello mientras se alimentan de subvenciones y privilegios. El PSOE y sus aliados continúan su cruzada contra todo aquel que no comparte su ideología, utilizando la censura, la represión y la amenaza con los tribunales ¿De quién depende la Fiscalía?, pues eso, como herramientas para silenciar voces disidentes.
Este ataque a nuestras libertades llega a su punto más bajo con figuras como Toño Abad, que se regodean en la muerte de personas como Paco Arévalo, un artista que ya no puede defenderse. Estos personajes, que viven del dinero de los contribuyentes y se creen con el derecho de dictar la moralidad, son el reflejo de una izquierda enferma de odio y resentimiento, que no duda en pisotear la dignidad humana para imponer su agenda. Los ciudadanos españoles, cada vez más asfixiados económicamente, están hartos de las tonterías de estos parásitos sociales que disfrutan de una vida de lujos a costa del sacrificio de los demás.
La libertad en España, un valor que una vez nos definía, parece ser cosa del pasado. Mientras la izquierda celebra y se burla impunemente de la muerte de sus adversarios, criticar al gobierno se ha convertido en un acto de rebeldía. La izquierda, con su descarada doble moral, ha llegado al extremo de permitir por un lado que una influencer, en una entrevista con el diputado Gabriel Rufián, afirmara impunemente que «había que matar a los de VOX» a la reciente denuncia del PSOE contra la asociación REVUELTA y otros, por un supuesto delito de odio, es un claro ejemplo de esta hipocresía. Mientras se toleran comentarios extremos por parte de la izquierda, Pedro Sánchez y su gobierno montan un espectáculo mediático exagerado por un incidente con la piñata en Nochevieja, que supuestamente mostraba su cara. Esta reacción desproporcionada parece más un truco para desviar la atención de temas críticos como la aprobación de la amnistía, demostrando una vez más cómo manipulan la narrativa para sus propios fines. En esta escena de ironía y teatro político, el gobierno de Sánchez se revela como un grupo de trileros altamente cualificados y dopados con el dinero púbico para engatusar a una nada desdeñable corte de bufones en las figuras de los medios de comunicación que a cambio de dinero tragan con todo, alimentados además por el resentimiento y la deshonestidad
Mientras ellos se deleitan en el dolor ajeno, como lo hizo Toño Abad, cualquier crítica o burla hacia la izquierda se recibe con la máxima represión legal. Tienen la piel muy fina, además de sentirse impunes. Esta es la realidad de una España gobernada por la izquierda: una sociedad donde la libertad de expresión está condicionada por la ideología y donde el respeto a la diversidad de opiniones es una farsa.
En España, la libertad de expresión está siendo asfixiada por estos guardianes autoproclamados de la moralidad. Es hora de despertar y darse cuenta de que estamos perdiendo uno de los pilares fundamentales de nuestra democracia. La muerte de Paco Arévalo y el desprecio mostrado por Toño Abad no son más que un síntoma de una enfermedad mucho más profunda que corroe nuestra sociedad. ¡No podemos permitir que esta hipocresía y este ataque a nuestras libertades continúen! 🇪🇸💔🚨🎤
