En un nuevo episodio de ineficacia y desorganización, Mónica García, actual ministra de Sanidad, ha demostrado cómo la izquierda gestiona (o más bien, no gestiona) las crisis sanitarias. Convocando de manera improvisada y tardía a las comunidades autónomas para tratar la epidemia de gripe, García ha omitido los procedimientos esenciales, desatando críticas y preocupaciones justificadas.
Esta convocatoria, realizada sin la evaluación técnica necesaria y después de 17 días de silencio, no es más que un intento tardío de mostrar una gestión que brilla por su ausencia. ¿Cómo es posible que, en plena crisis de gripe, la ministra haya estado desaparecida, para luego aparecer con una convocatoria mal planificada y ya fuera de tiempo?
La indignación de la Comunidad de Madrid es comprensible. El encuentro, que se realizará cuando ya ha pasado el pico de la enfermedad, pone en evidencia la falta de previsión y la improvisación de García y su equipo. No es solo una cuestión de falta de respeto al procedimiento, sino una muestra de la incompetencia que reina en la gestión actual de la salud pública en España.
Además, la ministra decide convocar la reunión cuando la situación ya está comenzando a mejorar, lo que levanta sospechas sobre sus verdaderas intenciones. ¿Es esta reunión un intento de cubrir su inactividad durante las semanas críticas de la epidemia? ¿O es simplemente un acto para aparentar que están haciendo algo frente a la crisis?
Esta manera de actuar no es más que un reflejo de cómo la izquierda trata a los ciudadanos: como si fuésemos niños incapaces de entender la realidad. Nos hablan desde su torre de marfil, creyendo que somos tontos e incapaces de ver la realidad. Pero la verdad es que los españoles estamos cansados de esta condescendencia y de ser tratados como imbéciles.
Es hora de que los políticos de izquierda dejen de gastar el dinero en chiringuitos inútiles y comiencen a invertir en lo que realmente importa: la salud y la educación de los españoles. La situación actual es el resultado de su incapacidad para gestionar y su preferencia por mantener su imagen, en lugar de abordar los problemas reales de la gente.
La reciente gestión (o falta de ella) de la ministra de Sanidad, Mónica García, es un claro reflejo de cómo la izquierda trata a los ciudadanos españoles: como si fuéramos niños incapaces de entender la realidad. La ministra se coge 20 días de vacaciones, desaparecida, ignorando la situación de los hospitales llenos y las urgencias colapsadas por la gripe A, una situación recurrente en invierno (tiren de hemeroteca si tienen la cabeza embotada como cualquier votante de izquierda para ver que absolutamente todos lo años en las noticias nos hablan de epidemia de gripe) que, en lugar de ser abordada con soluciones efectivas, es ignorada o mal gestionada. Ahora que volverán a plantear o quizás obligarnos a que debemos llevar mascarillas, no es más que un intento de mostrar una preocupación que no ha tenido durante las semanas críticas al estar descansando la señora ministra. Pero lo que realmente necesitamos es una gestión eficiente y transparente, no alarmismo ni mensajes vacíos, y menos políticos que nos hablen como a niños y nos lancen mensajes populistas en plan que vienen a salvarnos porque ellos son los elegidos y son súper mega listos.
¡Pero ojo! Que esta actitud no se limita a ignorar los problemas sanitarios urgentes. Los hay en educación aunque a todo el mundo se le ha olvidado ya el informe PISA donde España obtiene su peor resultado histórico, por citar solo un ejemplo. Pero sin irnos de la sanidad, no solo podemos criticar la ministra por haber desaparecido durante el pico de la estacional de la gripe, esto también se extiende a otros aspectos críticos con su gestión pública a pesar de llevar pocas semanas en el cargo (aunque ya ha disfrutado de vacaciones), como el conflicto con las enfermeras en Cataluña. En lugar de resolver estas cuestiones importantes donde los políticos nacionalistas catalanes prefieren gastar el dinero de los contribuyentes en proyectos nacionalistas absurdos y en asegurar sus propios intereses y los de sus allegados, no hemos visto a la ministra de sanidad abrir la boca para abordar esta situación, ni siquiera al gobierno de España. Aunque imaginamos que en el gobierno catalán no hay picos de gripe A… ¡Ay sí! Noticia de última hora, resulta que obligan que los ciudadanos lleven la mascarilla en los centros médicos pero son incapaces de abordar la solución de la huelga de enfermeras en Cataluña o plantear aumentar el presupuesto para sanidad para abordar esta situación. Lo dicho, nos tratan como a idiotas.
Lo peor de todo es que, después de sus largas vacaciones, la ministra volverá el lunes 8 de enero para decirnos que debemos llevar mascarilla obligatoriamente, en un intento de mostrar una preocupación que no ha tenido durante las semanas críticas. Saldrá con un mensaje hiper mega alarmista, en plan que el mundo se acaba, y menos mal que nos gobierna la izquierda y nos salvará, porque si fuera la derecha estaríamos todos muertos seguro. Es más que probable que el Ministerio de Sanidad gaste una fortuna en campañas publicitarias alarmistas y que los medios de comunicación, sobre todo los más afines estén con el cazo preparado y como regalo de Reyes dispuestos a expandir su mensaje alarmista y catastrófico por irresponsabilidad de los españoles que son muy blanditos y se dejan contagiar. Tan culpables será el ministerio de Sanidad por gastar dinero en campañas absurdas de publicidad como los medios de comunicación de darle bola al alarmismo, mientras lo que realmente se necesita es más personal y recursos para mejorar nuestro sistema de salud, ni más ni menos, pero no verán a ningún tertuliano de la sexta ni ninguna editorial de periódico hablar de eso, salvo claro están, en la Comunidad de Madrid donde la derecha, ya saben, tiene la sanidad muy mal…
Lo peor de todo esto es que la ministra cuando salga a dar la rueda de prensa rodeada de sus enchufados, estará encantada de escucharse. La izquierda, incapaz de gestionar de manera efectiva, prefiere rodearse de una corte de favoritos bien pagados con el dinero de todos, que aplauden cada acción, por inútil que sea. Nos tratan como a idiotas, subestimando nuestra capacidad de ver la realidad.
España merece políticos que hablen claro, que no nos traten como a niños y que realmente se preocupen por mejorar nuestra sanidad y educación. Necesitamos líderes que estén a la altura de las circunstancias y que sepan gestionar nuestros recursos de manera efectiva. Mónica García y su gestión son un claro ejemplo de lo que no se debe hacer. ¡Y ojo! Como Pedro Sánchez se vea atrapado en alguna polémica no descarten que vuelva a saltarse la Ley para imponernos la obligatoriedad de ir con mascarilla por muy inconstitucional que sea. ¡Total! Como se sienten impunes… 🇪🇸🚑📚
